confesiones

Mujeres de Montevideo: Ana María

02 Jun 2017

“Hace poco me mudé al Palacio Salvo. Tenía una casa, tuve un hijo que falleció hace dos años, entonces dije: mis hijos ya están grandes, yo tengo que salir adelante.

Comencé a ir cuando tenía a mis hijos chicos, porque tuve un problema de pareja, el papá de mis hijos grandes me maltrataba. Tuve un noviazgo corto. Yo fui muy caprichosa siempre, de hacer lo que quería y a mi manera. Y bueno, cuando me di cuenta de que no podía seguir así, hablé con una abogada que me dijo: ‘mirá que te quedas sin nada’, y bueno, me fui sin nada pero con mis hijos y con mi vida, que es lo que vale.

Y me fui a Villa García, donde vivían mis padres, me hice un ranchito. Y así viví seis años, conocí a mi segundo esposo que fue un buen padre para mis hijos y para los suyos también. Uno nació con espina bífida, tuvo diálisis trece años, meningitis púrpura también, él es el que falleció. Dejé de ir a la Iglesia durante 22 años porque me dediqué a mi hijo, pero la fuerza que tuve, fue por Dios. Mi marido murió hace 9 años, a veces el amor de nuestra vida se va antes.

Ahora mi vida es diferente: dejé de fumar, ¡a veces me enloquezco! Había llegado a fumar 4 cajas por día… pero lo que pasa es que mi hijo, en los últimos dos años, yo lo llevé 5 veces muerto al CASMU. Pero si Dios me preguntara ‘¿tendrías tres iguales?’, sí, dámelos.

Ahora vengo a la plaza, leo la Biblia. A veces salgo a caminar. Hoy me hice de comer y le llevé a un señor que está por la aduana, cuidando coches. A veces, cuando puedo, comparto. Ahora que se venga más el invierno, puedo salir con algo caliente por esas calles. A veces es lindo compartir, una charla, comida o cualquier cosa.”