soy mamá

El rezongo nuestro de cada día, por Magdalena Piñeyrúa

04 Oct 2016

Magdalena Piñeyrua Ferpectas

Cuántas veces antes de ser padres miramos con ojos escandalizados a esa madre en el supermercado que rezongaba sin tapujos a su hijo para que dejara de revolcarse por los pisos gritando “¡Te dije que me compres un huevo kinderrrrr!” en plena rabieta.

Cuántas veces casi que nos persignamos ante un ajeno “callate la boca”, un “te quedás quieto o se te arma” o  un “soltá eso o te corto la mano”.

Desde afuera suena mucho peor que desde adentro. Con los hijos llega el rezongo a nuestras vidas y se transforma en algo cotidiano pero también abrumador. Por lo menos en mi caso, que en algunas ocasiones he incluso temido que algún vecino me denuncie a las autoridades correspondientes.

Nunca me voy a olvidar del día en que me di cuenta de que quizás mis rezongos eran demasiado intensos. El hijo de una amiga estaba jugando por primera vez en mi casa cuando me tocó rezongar a mi hijo por algún motivo de los de siempre. No fue nada grave, seguramente le grité “Soltá eso ya”, “Bajáte de ahí” o algo del estilo.

El tema no fue el contenido sino los reprobables condimentos que acompañaron el grito: tono amenazador… volumen intimidante… expresión desencajada… todo un conjunto digno de la peor villana de Disney.

El efecto fue desparejo: mi hijo me escuchó, cumplió la orden y siguió jugando como si nada. El otro nene no. Para él fue como ver por primera vez a un ser de otro planeta. Se quedó parado mirándome completamente mudo y con los ojos gigantes. La boca abierta, el cuerpo durito. No era miedo, era asombro.

Después me acordé de la usual voz suave y los modos tranquilos de su madre, a quien por cierto jamás vi enojada, y lo entendí todo: el niño nunca había escuchado un rezongo así. Ni ajeno ni propio.

La madre después me dijo que sí pero yo sé que seguramente fueron pálidos susurros en comparación a mis rugidos de oso.

Pero bueno…lo que es cierto es que de verdad cada día me propongo levantar menos la voz, por ellos y también por mí.  De hecho, el fin de año pasado uno de mis objetivos al momento de hacer balance fue justamente ese: rezongar menos.  ¿Me dará el tiempo en estos tres meses que me quedan?