confesiones

Acrobacia en telas, por Lau Almeida

15 Mar 2021

Hace años que quería hacer telas y recién hace un par de meses me decidí a llevar el deseo a la práctica. Amo el circo y si bien me dan miedo las alturas, me parece una práctica hermosa, armoniosa y que siempre me generó mucha curiosidad.
Llegué a las clases de Naz en El Nido gracias a una amiga. Los primeros 50 minutos hicimos un estiramiento con ejercicios de yoga, pilates, armonización en ronda, para luego hacer un rato de danza contemporánea en el piso. Nazario forma parte de la Compañía de danza de Martín Inthamoussú, y si bien no tengo muchos referentes ya sea en danza o en telas, me sentí muy cómoda desde el momento uno.
La maravillosa frase o coreo que tuvimos que hacer en grupo al final de los 50 minutos ¡fue un momento épico! No paraba de reírme de todas las cosas que hacía bien y mal, nunca me había imaginado en el piso haciendo un millón de “piruetas”, si bien en mi niñez era muy buena en gimnasia artística, esto era mucho más desordenado por decirlo de alguna forma y al mismo tiempo muy exigente. Me di cuenta que no todo sucedía entre horizontales y verticales, habían diagonales, infinidad de ángulos, aire, tierra, al punto que me mareaba, me desnorteaba; una metáfora de mi vida tal vez. Por suerte soy super flexible gracias a mis 13 años de yoga, lo cual me ayudó en lo que elasticidad respecta, pero el timing fue exigente, así cómo recordar toda la serie en pocos minutos; un excelente ejercicio para la memoria.
Una vez con la lengua afuera, nos tomamos un descanso de 5 minutos para pasar a los aros y a las telas. Del grupo de 6 yo era la única que iba a hacer telas, los demás hacían hace tiempo aro, por no decir años. Después de que Naz me explicara como subir de un solo salto al nudo de la tela, me puse a practicar hasta lograrlo. Me di cuenta que es vital trabajar los músculos de los brazos y de los abdominales, los cuales tenía un poco en el olvido. Fui probando lo que me indicaba y lo que me salía, trepando, reventándome las piernas, la ingle, las telas que me estrangulaban las piernas como una butifarra; pero minuto a minuto sentía que iba a avanzando y eso me motivaba. Parecía nena chica feliz cada vez que lograba algo y con ganas de más. Ese día no hice mucho más que palomita, pero clase a clase fui avanzando considerablemente; cada vez más segura, superando miedos miedos miedos. Se va uno y viene otro: ¿y si me caigo? ¿y si me caigo de cabeza? ¿Y si me quemo las manos? El miedo no va a desaparecer, pero lo voy entrenando, y entrenando a la mente empecé a transformar el no puedo en PUEDO. La sensación al bajar de las telas una vez finalizó la clase fue única, me sentí tan pero tan liviana, ligera, con el pecho abierto y tranquila.
La clase finalizó con un estiramiento para no terminar dura, pero claramente nada me iba a salvar de no poder levantarme de la cama a la mañana siguiente. Me dolía cada músculo de mi cuerpo, músculos que no tenía idea que existían y varios machucones. Creo que pasa con todas las prácticas, pero esta te advierto es intensísima.
La acrobacia en telas es una disciplina circense que combina fuerza y flexibilidad. Sobre la vestimenta, es recomendable utilizar ropa cómoda, ligera y al cuerpo, ya que al hacer las figuras estas utilizando el peso de tu cuerpo.
Algunos beneficios: Aumenta tu nivel de endorfinas, ayuda a la descompresión de los cartílagos, reduce el estrés, fortalece el corazón, así como el flujo sanguíneo. Tonifica tu cuerpo, sirve como terapia de autoconfianza, te ayuda a tener más flexibilidad y mejor coordinación, fortalece la zona lumbar, ayuda a la salud de tus huesos y es super divertido! Además de reírte de vos misma al intentar subir por las telas, resbalarte, caerte, reírte, enredarte nuevamente al hacer un giro que no iba y quedar patas para arriba;  imaginate el desestres de estar arriba en el aire, manteniendo una postura tan graciosa como un cisne y saber que sos capaz de lograrlo.