confesiones

Tepoztlán pueblo mágico, por Lau Almeida

28 Mar 2022

Aterrizamos en la ciudad de México, a 15 días del terremoto de magnitud 8,2 que dejó a los mexicanos con el corazón roto; empezamos nuestra aventura un poco expectantes de cómo iba a estar la gente, el clima, y de si madre tierra volvía a crujir…

 

Llegamos de casualidad a Tepoztlán, luego de una hora y media de viaje desde el D.F., y las casualidades está confirmado que no existen. Estábamos decididos a subir a los cerros del Tepozteco por un camino alternativo ya que la guardia nacional prohibía la subida a todo visitante a causa del sismo de hace unos días. Un paso, otro paso; ¿el camino de la derecha o el camino de la izquierda? una decisión, llamado a la intuición, un miedo que aparece, otro miedo, la cabeza que no para, ¿cómo dejar de escuchar a la mente y elegir el corazón? ¿Dónde quedó la confianza? ¿Y si nos pasa algo? ¿Y si aparece una serpiente? ¿Y si aparece un ladrón? ¿Y si nos caemos por un risco? ¿Y si se cae una piedra y nos aplasta? ¿Y si no encontramos el camino de regreso? Ufffffff b a s t a.

 

Caminando cuesta arriba con mucho calor y sin claridad, Asma, mi más antiguo amigo, apareció. Mis miedos me habían ganado y ni siquiera estábamos cerca de la cima. Ellos habitan en el pulmón, dice mi homeópata y esa caminata estaba siendo el reflejo de mi vida. ¿Y si suelto toda resistencia y me entrego con confianza a lo nuevo?

 

Un níspero, un plátano, agua y la calma que empieza a llegar. ¿Estoy dispuesta a vivir con confianza en cada paso que doy o a llevarla sobreviviendo?

 

¿Y si empiezo de nuevo como si nada de lo anterior hubiese pasado? Siempre hay tiempo para volver a empezar.
Y cada paso que doy es un paso sagrado; cada paso que doy es un paso sanador resonaba en mi mente esta hermosa canción que me enseñó una gran amiga del alma…

De repente apareció un hermoso cerro verde y el pueblo de Tepoztlán, unos mil metros abajo en forma de maqueta.
Un paso, otro paso, cada vez más alto, cada vez más adelante y con más confianza. Hacia nosotros se dirigía un objeto volador no identificado, rotando sobre sí mismo. Sentí paz, siempre supe que existían, que están ahí, como si fuéramos un experimento de ellos y cuando estemos preparados nos fuésemos a unir en sagrada comunión. Sentí la recompensa de la claridad, nos sentí especiales y mágicos: sana uno y sanamos todos.