cocina

Recetas con historia: Irene y sus tomates confitados

12 Aug 2020

Ferpectas

A la luz de unas velas y el sonido de un tocadiscos Irene abrió las puertas de su casa para agasajarnos con cada detalle. Mientras preparaba el plato, caminando del living comedor a la cocina y publicando fotos en Instagram, nos contó la historia que hay detrás de los tomates confitados. Es una receta que le pasó Martha, su abuela paterna, con quien vivió un tiempo en Venezuela, donde nació y tuvo el placer de probarla repetidas veces. “Ella los hace todo el tiempo, siempre tiene en la heladera porque es su comodín para recibir a la gente, un cariñito. Además es una receta que le gusta a toda mi familia, mi papá y mi hermana alucinan con ellos, entonces cuando se vaciaban los frascos los volvía a llenar”.

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Cuando Irene los comió por primera vez sintió la necesidad de aprender a cocinarlos. Describió ese momento como una explosión de sabor en su paladar. Pero, aunque sea una receta muy fácil, nunca logró que le saliera de la misma forma, por eso sospechaba que su abuela escondía algún truco mágico. Entre risas añadió que son muy prácticos y que nunca se dañan si se guardan en la heladera, aunque no lo ha podido comprobar, porque los termina muy rápido.

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Los primeros tomates confitados que cocinó se convirtieron en carbón: “Mi abuela aprendió a cocinarlos gracias a su mamá rumana. Tenía un horno eléctrico y dejaba el piloto prendido, bajito, de un día para otro. Ahí descubrí que así se hacen con ese horno, pero yo intenté el mismo método con uno de gas y los quemé”. Gracias a Martha también conoció el vinagre de manzana: “Le dije que iba a ponerle vinagre blanco y ella me dijo que no, que ‘eso sólo sirve para limpiar vidrios. ¡Qué horror! Con eso no se cocina’”. También recuerda el perfume que quedaba en la casa, porque al cocinarlos de un día para otro el aroma a orégano junto al de la acidez del tomate invadían cada rincón.

Así como a la abuela le gusta consentir a su familia con los tomates confitados, Irene lo hace con sus amigos y comensales que visitan su hogar cuando se convierte en un “restaurante a puertas cerradas”, más conocido como La Montevideo Mealsurfing. Es una instancia en donde la comida y los clientes son los protagonistas. En la cena con temática francesa hizo una tarrina de conejo y un cuscús con los tomates confitados. Como le encantan, fue la excusa perfecta para incluirlos en el menú. De todas formas recomienda servirlos como bocados, con pan, galletas y queso, o con ensaladas porque son muy ricos pero a su vez muy fuertes.

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Martha fue quien la llevó por primera vez a un restaurante a puertas cerradas. Luego de esa experiencia inolvidable y ya viviendo en Montevideo junto a su novio, quien la ayuda a ambientar cada cena, decidió implementarlo en su propia casa. Con un espíritu arriesgado y emprendedor se preguntó “¿qué es lo peor que me puede pasar? Si no sale a la primera, lo vuelvo a intentar”. Y actualmente es un éxito de convocatoria.

Ahora, con 27 años, no sueña con tener su propio restaurante. Adora la intimidad, los espacios reducidos, donde en una noche los comensales se convierten en amigos y hasta en parejas. Es feliz al agasajar a personas que la buscan para comer algo diferente o que extrañan platos que probaron en otros países. Lo que sí desea es lanzar una línea de productos prontos, incluyendo los tomates confitados. También está ansiosa por terminar de cursar la Licenciatura en Comunicación, escribir columnas gastronómicas y, si se da la posibilidad, salir en televisión.

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Receta Tomates Confitados

 

Ingredientes

20 tomates perita maduro
¾ de taza de azúcar rubia
2 cdas orégano
½ taza de vinagre balsámico (aceto balsámico)
¾ de taza de vinagre de manzana
2 cdas de aceite de maíz
Sal (a gusto)

 

Procedimiento

1. Cortar los tomates longitudinalmente por la mitad y colocarlos sobre una bandeja preferiblemente de aluminio.
2. En un cuenco aparte hacer una mezcla con los secos: orégano, sal y ¼ de taza del azúcar.
3. Salpicar los tomates con un poco de aceite de maíz y rociarlos con la preparación de secos.
4. Hornear durante cuatro horas a 190 C. De todas formas, cabe aclarar que para dejarlos a punto hay que controlar el tiempo porque puede variar de un horno a otro. También influye el tamaño de los tomates. Lo importante es que no queden totalmente deshidratados y tampoco muy mojados, deben quedar pulposos.
5. Cuando se saquen del horno, dejarlos enfriar y guardarlos con cuidado uno a uno en un frasco de vidrio.
6. En paralelo preparar la vinagreta: mezcla el vinagre de manzana, aceto, ½ taza de azúcar y una pizca de sal. Se puede modificar a gusto, porque a algunas personas les gusta más ácido y a otras más dulce.
7. Dejar reposar.