soy mamá

Pánico y locura en la jaula de los monos, por Magdalena Piñeyrúa

11 Oct 2016

Magdalena Piñeyrúa

Berrinches… rezongos… 3 o 4 heladeros tentando al diablo… niños que se pelean por la hamaca roja… madres hundiendo sus chatitas en el arenero… ¡Ojo ese nene en la jaula de los monos! ¿De quién es?… más gritos, más caos, más gente por metro cuadrado.

¿Es el infierno? No, es el primer domingo de sol en los jueguitos del Parque Villa Biárritz. Una odisea en sí misma, un híbrido entre Rural del Prado y Feria Americana de Punta Carretas, un cuadrilátero en el que todo puede pasar.

Yo apenas llego me arrepiento, y decido ponerme los lentes negros al ver a lo lejos a una ex compañera de clase a la que me da mucha pereza saludar. Ella me relojea y yo me escondo atrás de un árbol.

Un niño le tira arena en los ojos a mi hijo chiquito. Yo le grito “¡No!” como si le estuviera hablando al hermano o a un sobrino. Me doy cuenta de que me desubiqué y la mirada que me echa el padre del pequeño infractor me lo confirma.

Dos nenas se pelean por un champión de mi hijo. ¿Cuándo se sacó los zapatos? Un grupo de progenitores se ríe a carcajadas ajeno a todo, sólo les falta una cervecita fría y un mazo de truco. Les envidio un poco esa capacidad de abstraerse.

Veo a varios conocidos a lo lejos pero me hago la sota… con esta cara de sobrepasada no me da para ponerme a hacer lobby. Busco una salida…una excusa que me favorezca. Entonces veo a mi chiquito mangueando galletas a un grupo de madres y me ilumino.

El pobre necesita merendar… tenemos que irnos ya mismo, sin falta, a comprar algo a la panadería que gracias al cielo queda del otro lado del parque.

Velozmente le ato los cordones, lo agarro de la mano y nos vamos caminando lejos de los jueguitos y el gentío. En mi cabeza empieza a idearse el plan perfecto: merienda en el pasto junto a los skaters y las adolescentes de musculosa precoz que mañana se van a engripar.