“El momento más feliz de mi vida fue el día que nació mi hijo. Va a cumplir tres años en menos de un mes. Sentí un conjunto de emociones realmente inexplicables y después de ese día cambió todo: mis maneras de pensar, mi rutina, mis objetivos, ¡todo! Por ejemplo, volví a estudiar para poder mandar a mi hijo a un colegio bilingüe. Y fue un gran desafío, pero nunca me faltó la fuerza.

Para mí ser mujer es de lo más hermoso del mundo y ser madre te lleva a comprender una nueva dimensión de tu persona. Yo tuve a mi hijo a los 19 años y, si bien era muy joven, siempre me sentí preparada para ser mamá. Cuando vi el test le dije al padre ‘vamos a ser papás’ y no tuve ninguna duda de querer luchar por mi hijo. Siento que la vida nos pide coraje y nosotros tenemos que dar todo el coraje que tenemos.

Creo que siempre hay que buscar el lado positivo de las cosas, inclusive cuando nos enfrentamos a las situaciones más difíciles. También me encanta tratar de que cualquiera que se acerque a mí se vaya mejor después del encuentro, no peor. Doy lo mejor sin mirar a quién.

Para mí la amistad tiene un valor enorme. Y llevar el título de amiga no es para cualquiera. Yo vivo con una amiga se separó hace poco y estamos las dos solas luchando con nuestros hijos, con la casa, los perros y el gato. Siempre nos apoyamos en todo, ¡sea lo que sea! Para gritar, patalear, llorar, reír, salir, divertirse, ¡estamos para todo!

Por suerte el papá de mi hijo es súper padre y tenemos buena relación aunque no estemos juntos. Los dos tenemos la misma mentalidad para criar a nuestro hijo y jamás le hablaríamos mal uno del otro. Es más, el fin de semana fuimos al parque los tres juntos. Cuando te separás y empezás una guerra los que se ven perjudicados son los hijos, entonces nosotros optamos por el otro camino y es algo que agradezco.” 

 

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