confesiones

Mujeres de Montevideo: Elena

21 Sep 2018

“Mi primer acercamiento al arte fue a los siete años. Tenía un cuaderno en el que me gustaba dibujar, entre otras figuras, los personajes de Disney de aquel entonces. Una vez mi madre, que era pintora, observó uno de mis dibujos, Bambi el cervatillo. Luego me dijo que iba a tener que estar atenta en la vida porque era muy buena dibujando, al punto que para ella ese Bambi poseía mucha más vida y expresión que el verdadero creado por Disney.

 Cuando tenía veinte años hice el retrato de un niño a partir del recorte de un diario. Era una imagen borrosa, pero me cautivó la expresión del instante en el que el niño, que estaba llorando, queda sorprendido por algo y se olvida de llorar. Esa fue mi impresión y así lo hice. Cuando lo terminé, mi abuela me aconsejó que lo presentara a un concurso de la Intendencia de Montevideo. Lo mandé a enmarcar, pero no pudo concursar porque había que presentar tres obras y yo solo presenté esa. Igualmente tuve un reconocimiento por el cuadro en sí y fue expuesto de todas formas. Recuerdo que al entrar a la exposición era el primero que se veía.

 Mi vida siguió por el camino de las matemáticas, algo que también me gustaba. Me transformé en docente y por muchos años el arte quedó a un costado. De alguna forma esas experiencias artísticas quedaron en mi haber y con el correr del tiempo me di cuenta que era bueno haberlas vivido.

 En el 2011 ya estaba jubilada y recuperándome de una enfermedad. Comencé de a poco a retomar esas cosas que me gustaban y que por distintas circunstancias había dejado de lado. Tomé, entre otros cursos, uno de pintura e incursioné en óleo.

 El pastor con sus ovejas es una obra en óleo sobre tela y surgió porque vi esa imagen en un libro y me gustó. La llevé al taller de pintura al que asisto y le modifiqué un poco el formato. El color que prima en el cuadro es el azul, y luego el amarillo. Apliqué una técnica de la familia del impresionismo y el resultado me convenció.

A veces empiezo un cuadro, pero como no me gusta, lo abandono y empiezo otro. Luego lo retomo. Este fue el caso de El pastor con sus ovejas.

 Cuando construyo una obra de arte la miro y si hay algo que me molesta, entonces el cuadro espera, aunque el profesor me diga que es momento de firmarlo.

 A veces pienso que si hubiera desarrollado más la pintura en otro momento de mi vida podría haber producido más y a otro ritmo, pero hoy pinto con toda tranquilidad y disfrutando. Es algo que no pude seguir de joven pero la vida me dio la oportunidad ahora.

 Puntualmente en estos días estoy comenzando una nueva obra de arte, para una amiga, a partir de una fotografía que sacó su hijo de un amanecer en la ciudad.”