confesiones

Mujeres de Montevideo: Berta

01 Jul 2016

Mujeres de Montevideo Ferpectas

“Uno de los momentos más felices de mi vida fue cuando viajé a Grecia y Barcelona, porque era una aspiración que tenía hace mucho tiempo. Fui cuando cumplí 50 años junto a mi esposo y un matrimonio amigo que también cumplían 50. ¡Y fue mi primer viaje al viejo continente!

Siempre quise conocer Santorini y Barcelona. Tenía una gran expectativa de conocer la obra de Gaudí y fue realmente impactante. Como creadora, Gaudí siempre fue un referente para mí y la experiencia de ver sus obras me fascinó. Por otro lado, conocí Santorini que era otra de mis metas. Ahí caminé por la callecitas de madrugada y recuerdo observar unos gatos chiquitos que parecen egipcios: tienen las orejas muy paradas, la cabeza grande, son flacos como un lápiz y tienen la cola paradita.

Caminaba con mi termo y mi mate y estaba atenta a cada detalle. Era como si fuera mi barrio, ¡estaba disfrutando del espacio de estar! Mientras tanto, los turistas bajaban y subían de los cruceros. Recuerdo pensar en que mucha gente viaja, pero no tiene ningún sentido de lo que quiere ver. Un viaje implica una experiencia personal y para eso tenés que prepararlo antes, identificarte con el lugar y saber qué es lo que querés de esa experiencia.

Creo que es feo viajar en plan ‘tenemos cinco minutos para estar acá, ¿qué compro?’. Es muy triste pero la cabeza está preparada para el consumo. Por suerte, a lo largo de mi vida siempre he sabido que tener objetos no es lo más importante. No hablo de las cosas importantes como tener una casa, sino aquellas cosas más superfluas. Por ejemplo, ¿te comprás la ropa porque se usa o porque te gusta? ¿porque te queda cómoda o porque tenés que demostrar al otro que la podés tener? Durante toda mi vida, siempre seleccioné lo que a mí me gusta. Así yo me siento bien, que al final es lo más importante.

 


 

Estoy casada hace 48 años y con mi esposo fuimos novios por diez años antes de eso, ¡una eternidad! Nos conocimos cuando yo tenía 14 años. Mis padres tenían una casa en Piriápolis y su familia tenía una casa en la otra cuadra. Éramos amigos de la barra del verano y nos decían ‘la rubia y el flaco’. Desde entonces discutimos todos los santos días y cada uno dice sus opiniones. Siempre fuimos muy independientes: cada uno tiene sus actividades y siempre tuvimos un desarrollo individual. Creo que eso es muy importante en la pareja. Aquello de estar todo el día uno encima del otro, ¡no, no y no! Eso es una cárcel dorada que nos vendieron en la época de los machistas. 

Percibo que hoy en día hay mucha intolerancia en las parejas. Hay cero tolerancia de cualquier adversidad y un individualismo extremo. Porque uno puede ser individualista en su desarrollo personal conviviendo con otra persona, pero no puede ser intolerante. La intolerancia hace que cada uno vaya para cualquier lado. Al final terminás con otra persona, pero sigue pasando siempre lo mismo. ¡Es cada vez peor!

 


 

Mi abuelo era el administrador del Hotel Pocitos. Un domingo, después de misa, mi abuela volvió al hotel y lo encontró muerto. Había tomado cianuro. En ese momento llamó a su hijo, porque mi mamá estaba en Buenos Aires, y le dijo ‘quedáte acá hasta que yo vuelva’. Descolgó un saco de piel de lutre del ropero y volvió. En ese momento dijo ‘bueno, ahora llamamos a la policía’. En esa época un suicidio era terrible, era un agujero social. En el forro del saco de lutre, mi abuela había puesto peso por peso todo lo que había ahorrado. Con eso fue que pudieron vivir ella y mi mamá hasta que encontraron al cándido de mi papá.

Creo que es muy interesante la historia porque muestra la cabeza de mi abuela, que era inmigrante. Mis abuelos maternos eran los dos franceses y habían venido en la guerra. Ella contaba que su familia había venido a Buenos Aires  y traían las monedas de oro en los dobladillos de los sacos. En la circunstancia trágica de la muerte de mi abuelo, en seguida pensó en sus ahorros. Mi abuela me decía siempre ‘si tenés dos, gastá medio’. Y eso es una técnica que en mi casa me ha servido en épocas de crisis, para tener un reparo.”

 

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