confesiones

El autoestima de mentira, por Belu Mare

18 Sep 2021

Si conoceré personas así. ¿Ustedes?

 

Esas que están siempre a full, que siempre dicen que están en algo, que si querés hablarles de algo tuyo saltan con algo de ellos y como todo en su vida es perfecto y cosas maravillosas. O que te mienten en la cara y no se dan cuenta porque bueno, ellos mismos se creen su propia mentira. Son esas personas que hablan mucho pero no hacen nada en verdad. Pongámosle un nombre – PEPE – así se entiende mejor.

 

La realidad de Pepe es que no hacía nada por su vida, literalmente nada. Hablaba siempre de sus viajes, pero en verdad no viajaba. Mostraba cosas que tenía que en realidad no tenía. Hablaba sobre trabajos y negocios que no existían. De compras que hacía con todo lo que ganaba pero en realidad no era dinero propio. Y así puedo seguir sin parar. A lo que voy es que Pepe no se sentía mal al respecto nunca y todo lo que hacía era real para él. Esas personas que le decían algo sobre su estilo de vida, eran personas envidiosas, celosas, que no podían hacer lo que él hacía y envidiaban su éxito.

 

Paréntesis. Dato que leí por ahí. Puede estar equivocada mi fuente pero igual es interesante. Dicen que por los años 60, el – tener súper alto autoestima – era lo top en la psicología. Los estudios decían que las personas que pensaban muy bien sobre ellos mismos (aunque no lo sientan pero tenían que imaginárselo igual) les iba mejor en la vida y causaban menos problemas. Se creía que criar a una sociedad con un autoestima súper alto llevaba a que hubiese menos crímenes, mejores resultados académicos, mejores empleados. En los años 70’ estas prácticas empezaron a enseñarse a los padres, a los políticos, a los profesores. A los niños se le mandaba muchos deberes como el clásico ‘escribir todas las razones de porque te sentís especial’ o ‘5 cosas que más te gusten de vos’. Aparecieron los seminarios motivacionales que te decían que cada uno de nosotros somos únicos, especiales y exitosos.

 

Perdón, ahora sí, volviendo al tema. La cosa está en que sentirse bien con uno mismo no significa nada sino tenés una buena razón para sentirte bien con uno mismo. Caerse al piso, tropezar, equivocarse, darse contra la pared, son necesarios para crear una mente fuerte en las personas. Hacerle creer a cada individuo que son únicos y excepcionales en este mundo, pase lo que pase, no lleva a una población llena de genios y todo hermoso, lleva a una población llena de gente que no hace nada y jamás hizo nada pero hace creer a todo el mundo que sí. Esas personas que se auto convencen de que está todo bien y se lo creen. Esas personas que le gritan inmaduro a la otra y después hacen lo mismo. Personas que hablan mucho de lo perfectas que son que ya se olvidaron que es ser perfecto.

 

El problema es que la autoestima no se mide en cómo te sentís vos con vos mismo, sino en cómo te sentís con las cosas negativas que tenés. Hay personas que piensan que deberían ser millonarias sin haber trabajo un solo día, que todo el mundo debería quererlos sin nunca jamás haber ayudado a nadie, que deberían tener una vida perfecta sin nunca haber sacrificado nada. Si algo bueno les pasa es por algo maravilloso que ellos hicieron, si algo malo les pasa es por la envidia de los demás. Pero estar convencido y vivir así no es felicidad.

 

Como escribí arriba, el estar bien con uno mismo es saber cómo nos sentimos de nuestras cosas malas. No el esconder nuestros problemas imaginándonos otras cosas, sino encararlos, saber que los tenés. Estas personas que se sienten tan bien con ellas mismas, son débiles, porque no pueden encarar la realidad.

 

La persona que realmente tiene el autoestima alto y está bien con ella misma, es capaz de mirar hacia adentro y ver sus errores y que no todo es perfecto. El admitir ‘si, a veces gasto más de lo que debo’, ‘si, a veces estoy de mal humor y soy egoísta’ o ‘a veces me equivoco en mis decisiones’.

 

Es un buen ejercicio para practicar, ¿no?