soy mamá

Me di cuenta de que soy mi madre, por Magdalena Piñeyrúa

30 Nov 2020

Magdalena Piñeyrúa

Muchas veces me pasa. Me descubro diciéndole a mis hijos frases que mi madre o mi padre me decían cuando era chica.

Casi siempre enseñanzas de vida, frases de consuelo o moralejas que han pasado de generación en generación y que suelen serme muy útiles.

Pero el otro día hice algo que me avergonzó mucho y que me hizo pensar “Ay no, soy mi madre”.

Perdón hijito, no quise pero tuve que hacerlo. Tenías la cara muy sucia y no había nada a mano. Ni toallitas, ni una servilleta, ni una canilla cerca.

Entendeme, estabámos por entrar a un cumpleaños y a esa carita había que limpiarla un poco. Lo asumo, sí, hice la muy temida y asquerosa maniobra a la que denomino: “dedo con baba de mamá”.

Supongo que debe haber sido horrible, hijo mío, porque para mí también lo era. Me acuerdo de querer decirle a mi madre “¿¡Noooo, por favor mamita, tu baba no!”, y no poder hacerloporque no llegaba a quejarme a tiempo o porque no había aprendido a hablar todavía.

Pero bueno, se ve que tan traumático no debe haber sido porque cuando tuve que aplicar la táctica heredada no le hice asco al asunto, valga la redundancia.

Igualmente después me quedé más tranquila porque una amiga me contó que a ella su padre le hacía algo mucho peor: para que no se le cayera el helado del cucurucho se lo acomodaba previamente enroscándole la lengua cual boa constrictor y a chupetazo limpio le dejaba el helado bien prolijito. Eso sí que es asquerosidad paterna de la buena.