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Amor por el tejido, por Lau Almeida

29 Jun 2021

Empecé a tejer cuando tenía 4 años con mi bisabuela Yugoslava. Mi baba tan adorada y querida se había embarcado en busca de una mejor vida con 16 años, dejando su familia y su hermosa isla Korcula atrás. Hoy actualmente Yugoslavia es Croacia, por si viajás, es una visita mágica que te recomiendo.

Me encantaba ir los domingos a la casa de mis abuelos a comer rico, a jugar y a pasar en familia, siendo la baba la gran protagonista. Siempre tenía su lata de galletas danesas, álbumes de fotos, un sinfín de historias y sus agujas de tejer ️ Fue ella que con mucha paciencia me enseñó a tejer. Al principio le tejía mantitas a los peluches, después pasé a hacer gorritos, bufandas o algún poncho, chaleco para mí, nada muy complicado. La realidad es que tejía prolijo, pero lejos de la perfección. Los hombros me quedaban raros, así como las sisas; disfrutaba mucho el proceso más allá del resultado. Mi baba que se llamaba Lucía (Lucija en Yugoslavo) era una genia del crochet y tejía todo tipo de mantillas en hilados super finos y delicados, también hacía las clásicas mantas de cuadraditos de flores y las medias con 5 agujas ya que la casa en la que vivían en el Cerro era muy fría.

Con 86 años luego de un derrame cerebral decidió dejar su cuerpo para emprender un nuevo viaje; y yo con mis 9 años y mi corazón roto me quedé sin mi compinche, mi referente y mi maestra de tejido. Más adelante seguí tejiendo con ayuda de mi mamá y de la abuela Coca, hija de Lucía, pero ya no era lo mismo. Con el tiempo me vino la curiosidad por el crochet y ya una vez en el liceo con 13 años empecé a ir a clases de tejido particular con una señora cerca de mi casa. Yo era la más chica de todas, entre señoras de 40 en adelante. Recuerdo haberme hecho bikinis, polleras, un bolso con los cuadraditos de flores, entre otros. Me acuerdo de ir al colegio de 8 a 17, tener una hora para comer y llevarme mis agujas para avanzar después de almorzar así como en los recreos. Llegaba a casa, hacía los deberes, cenaba y me metía en la cama a mirar Muñeca Brava y a tejer (: Me daba cuenta que me hacía mucho bien, me calmaba, me ayudaba a olvidarme de los problemas que habían en mi casa, me concentraba en las agujas, en el punto y nada era más importante que eso.

 

 

La verdad es que era chica y no era consciente de los beneficios comprobados que tenía tejer, los cuales te contaré en la próxima nota. Con 18 años, la “rara” que se pasaba tejiendo, empezó a estudiar la Licenciatura de Diseño de Modas en la Universidad ORT y a los 21 cuando cursaba el 4to año de la carrera empecé con mi proyecto personal de tejido llamado RAMONA https://www.ramona.com.uy/ en honor a mi baba Lucía. Tenía las ganas y la necesidad de empezar a trabajar pero se me complicaba hacer 8 horas en las fábricas o marcas de ese entonces y pensé que tener un proyecto propio me permitiría terminar la carrera y manejar los tiempos a mi ritmo. Cuando me pregunté cómo empezar algo propio y qué hacer; la pregunta fue la siguiente: “¿De qué me gustaría trabajar y que me haga feliz?” Sentí que tejer era algo que hacía desde chica, si bien sé lo básico y estoy lejos de ser una gran tejedora, me encantaba, lo disfrutaba, era mi escape, mi desahogo. También noté que las propuestas en tejido eran bastante clásicas y que les faltaba una vuelta de tuerca más contemporánea y divertida. Y así fue que empecé en el año 2008 diseñando y trabajando codo a codo con Gladys, una tejedora de Parque Rodó…..

Hoy en día los oficios y las terapias alternativas están más de moda, hay más interés, más estudios, más consciencia. Ya tejer no es de abuela aburrida, sino que es cool, no solo las mujeres mayores tejen y llevan prendas tejidas, sino que las adolescentes también.

 

 

Ya no está tan de moda la comida chatarra, sino la casera y hecha en casa aunque estés en un restaurant; se recicla, cuida y no todo es use y tire. Todas estas tendencias de consumo global llevaron a que el tejido se ponga de moda, que regalar algo tejido por uno mismo reivindique su valor de sagrado y que las ciencias pongan el ojo en una tradición tan antigua como milenaria. En la próxima nota te cuento los beneficios de tejer punto por punto.