sexo y pareja

Esas cartas de amor, por Belu Mare

27 May 2019

¡¡Hola!!

Hoy les traigo otra de esas hermosas cartas de amor. Soy una persona súper romántica así que voy a darle más importancia a estos artículos.
Hoy les traigo esas primeras cartas. Yo me acuerdo cuando tenía 14 años me enamoré de una compañera de colegio. En si no sabía lo que era enamorarse y mucho más de una mujer, porque fue cuando me di cuenta que me gustaban las mujeres. Pero la palabra enamorarse es muy amplia, claro que en ese momento no se me pasó por la cabeza la palabra amor, eso lo pude ver más adelante, pero si me di cuenta que no sentía lo mismo que sentía con mis amigas ‘de siempre’ digamos. Con ella sentía cosas que con otra persona no sentía. A ella le mandaba cartas, cartas de amor. Fue todo un tema. Un amor no correspondido ya que éramos chicas y nadie entendía nada de lo que estaba pasando en ese momento.
Después tuvimos la oportunidad de estar juntas, pero no es una historia que termina feliz. Jaja. Pero quería hacer hincapié en esta historia porque fue un amor que se basaba en cartas, donde cada una nos decimos todo lo que sentíamos, todo lo que pasaba, con esa inocencia de no saber que pasaba pero si las ves hoy en día eran cartas de amor.

En fin.

La primera carta. Esa carta que puede ser apasionada, atrevida por las ganas que hay y que no se pudo hacer nada, puede ser tímida, insegura. Siempre conduce a algún lugar aunque no sepamos si vamos a tener respuesta. Declararle lo que sentimos a alguien es jugado, pero es necesario. La mayoría de veces se convierte en la primera carta de amor, la primera de muchas, de una ida y vuelta. Mas en las épocas de antes donde eran amores vividos a través del papel, cuando no se podía hacerlo a vista. Acá les dejo alguna linda historia de amor.

De una extranjera para Honoré de Balzac
Balzac fue un novelista francés. Representante de la novela realista del siglo XIX. Conocido por una de las obras más importantes de la literatura llamada: – La comedia humana – Y no debe haber cosa más linda para un escritor que recibir una carta anónima escrita por una mujer que no va a revelar su identidad y firmaba las cartas como – la extranjera. Esta carta le llego a Balzac en 1832 cuando empezaba a adquirir popularidad por sus primeras obras.
Esta mujer misteriosa se llamaba: Ewelina Hanska. Era una noble polaca atrapada en un matrimonio de conveniencia. Retirada en una propiedad de Ucrania, leía a los autores franceses y quedó fascinada por el escritor. Ella se imaginaba todos los días como sería el en persona. En la carta que elegí hoy, hace una apasionada y entusiasta declaración, desafiando al autor a que de su conformidad para poder continuar escribiéndole. Romántico ¿no? No solo eso, sino que ella misma le dio una forma de contestarle digamos.
Y así se inicia un idea y vuelta de cartas que duraría 16 años. Cuando llegaron a la 3er carta, Balzac ya le declaraba su amor a esa persona anónima, mas allá de realmente no saber quién era ni qué edad tenia.

Señor:
Como extranjera que soy no sería sorprendente que me sirviera de expresiones que le pareciera un poco francesa, pero necesito escribirle para transmitirle con todo el entusiasmo del que soy capaz los profundos sentimientos que despiertan en mí sus obras.

Su alma, señor, posee la sabiduría de los siglos. Su concepción filosófica parece provenir de un largo estudio consumado por el tiempo; sin embargo, según lo aseguran, aún es joven. Cuánto me gustaría conocerle, aunque no creo tener necesidad de eso, pues un instinto del alma me hace presentir como es; me imagino a mi manera, y así si me cruzara con usted, no dudaría en proclamar “es él”.
Su aspecto exterior no debe dejar entrever su ardiente imaginación; tiene que animarse, tiene que despertar en usted el sagrado fuego del genio, que de ese modo hará surgir la persona que es, la persona que yo intuyo: un hombre superior en el conocimiento del corazón humano.
A leer sus obras mi corazón ha palpitado exultante; eleva a la mujer a su justa dignidad; el amor en ella es una virtud celeste, una emanación divina; admiro en usted esa encomiable sensibilidad del alma que le hace adivinarla.
Debe usted amar y ser amado; la unión de esos ángeles debe ser su legado: esas almas deben poseer felicidades conocidas; esta Extranjera ama a ambas. Y desearía ser su amiga; ella también supo amar, pero nada más. ¡Oh! ¡Usted me comprenderá!…
Tiene una carrera brillante, sembrada de flores delicadas y fragantes olorosas; debe ser feliz y serlo siempre.
Desde el instante en que leí sus obras, me identifiqué con usted, con su ingenio; su alma me pareció luminosa, le he seguido pasó a paso, orgullosa de los elogios que le prodigaban, o desecha en lágrimas cuando la acida crítica vertía sobre usted su amarga ponzoña. No obstante muchas cosas me parecieron injustas y a pesar de mi predicción por su persona, me estremecí…
Me gustaría develarle toda la sinceridad de mi afecto, y mostrárselo exponiéndole la cruda verdad: la verdad, ¿querría usted oírla de un ser desconocido que, sin embargo, le ama, como ya he dicho, y puede decírsela?
Su genio me parece sublime, pero es preciso que se torne divino; sólo la verdad debe guiarle; puedo percibir su alma, incluso presentirla, ¡Ese es mi único talento! Un alma que todo lo puede, pura, colosal, cuya fuente es divina y su verdad sagrada; me gustaría protegerle para que pudiese vivir siempre puro en medio de todos aquellos que deben rodear su persona, su talento, su ingenio.
Para usted yo soy la extranjera, y lo seré toda mi vida; no me conocerá jamás… Pero yo creo presentir su alma con todas sus emanaciones celestes, esas que a una orden suya deja traslucir en sus obras. Usted siente el amor, lo describe con alma de ángel. ¡Oh!, si estudiase a fondo el entusiasmo sagrado que le alienta, debería llegar a crear páginas que pasaran a la posteridad y arrojaran una gran luz sobre una posible felicidad real del hombre.
Me gustaría poder escribirle de vez en cuando, ofrecerle mis pensamientos, mis reflexiones; pero confío no me vea como un ser fanático, entusiasta de ideas exaltadas, no, yo soy sencilla y simple y sincera, aunque tímida y medrosa; parezco tan poca cosa que apenas se me presta atención; no tengo fuerza, energía, ni valor más que para aquello que me parece se alía al sentimiento que me mueve, el amor. He sabido amar y aun amo; nadie ha podido comprender el alma de fuego que envuelve todo mi ser; usted me comprenderá, sí; usted apreciará tan bien como yo que debía amar una vez, una sola vez, y si no era comprendida, vegetar y morir… He entregado mi corazón, mi alma, ya estoy sola… Mi vida habrá sido un doloroso sueño de esperanzas truncadas y, sin embargo, no desearía nunca perder el recuerdo de semejante amor. Es la idea fantasmagórica del poder eterno que todo lo puede, que todo ilumina, que todo lo crea, que todo vivifica; en más de lo que puedo describir, es soñar a Dios, comprenderlo.
Sus escritos me han infundido un sentimiento de profundo entusiasmo: es usted un luminoso meteoro que debe proporcionar movimiento y vida en un sentido nuevo, pero cuídese de los obstáculos… Esto nos rodea, puedo sentirlo… No tengo ni talento ni ingenio, pero me mueve un profundo sentimiento de verdad; siento que me gustaría ser un ángel de la luz y así protegerla de todos los errores, siento que el fuego de su inteligencia me anima; no puedo siquiera describirlo ni retratarlo en brillantes trazos como hace usted, pero mi ser lo respira y querrá verle alcanzar impoluto el final de la carrera cuyo aliento me transporta más cerca de Dios que el resto de los hombres.
En otras palabras, tiene usted todo mi ser, admiro su talento, rindo homenaje a su alma; desearía ser su hermana…
Mis juicios sobre usted podrá revelar errores, pero jamás falsedad o mentira, soy toda alma no tengo más que una virtud: amar, y amo estar eternidad…
¡Cuántas veces he deseado verme cerca de usted cuando eso profundos pensamientos que también describe le alientan: solo, en silencio, con su propio poder; solo, con su distante imaginación; pudiendo contar cada pensamiento con un prodigio de fuerza moral, de previsión casi sobrenatural y que, sin embargo nos hace presentir también que el hombre puede alcanzarlo todo, puede profundizar en todo.
Usted da vida cada noche a un pensamiento nuevo mientras que todo su alrededor duerme, su genio en vela para aportarnos esa sobreabundancia de fuerza, de armonía y de amor.
Así lo veo yo. A 1000 leguas de distancia, creo vivir de su vida, de sus pensamientos, pero sólo se sentirlo, no describirlos.
Me gustaría comentar con usted sus obras, celebrar con usted, y sólo con usted, mi entusiasmo o mi crítica. Sólo con usted, y solamente para usted, ser su justicia, su moral, su inconciencia. Una verdad eterna me mueve, puedo notarlo, me inflama, sólo usted puede comprenderla y describir esos latidos de amor puros, sagrados, que me hacen amar para vivir y vivir para amar, que con un entusiasmo sereno, me hacen vislumbrar un provenir que me parece intuir será de felicidad y de alegría para el hombre si logra atrapar esa chispa eléctrica que se me figura la verdad eterna y que, unida la naturaleza, al amor y a la verdad, debe revelar al hombre la armonía de su existencia y decirle: ¡eso es lo que eres, esto es lo que debe ser!.

Una palabra suya en – La Quotidienne – me dará la certeza de que ha recibido mi carta y puedo volver a escribirle sin temor.
Fírmela: A la E de H.B