confesiones

Mujeres de Montevideo: Sophia

04 Apr 2019

“Cursando segundo año de arquitectura entré en crisis existencial. Estaba ennoviada y haciendo una carrera que había elegido y en la que me iba bien; sin embargo, había una incomodidad que me hacía cuestionar un sentido más fuerte de la vida que no estaba colmado. Dentro de mí me preguntaba a quién
le iba a entregar mi vida.
Desde adolescente estuve involucrada en servicios sociales y dando catequesis en un barrio carenciado. En ese tiempo Dios fue preparando el terreno para algunos cuestionamientos más hondos. Comencé a plantearme, entonces, el tema de la maternidad, y me pregunté para qué iba a traer más niños al mundo cuando hay tantos con necesidad de una madre pero en otro sentido. Fue cuando opté por dejar el noviazgo y hacer un proceso de discernimiento ante estos planteos internos.
En este período necesitaba a alguien que me entendiera y sintonizara con todo lo que me estaba pasando. A través de una amiga comencé a conversar con una guía espiritual en la Institución Dalmanutá. Quería poner en orden la casa interior, porque si no nos gana la adrenalina de todos los días sin saber quizá qué dirección tomar. Este espacio semanal me fue dando orden, fui verbalizando lo que me pasaba y esas incomodidades e inquietudes fueron encontrando respuestas.
Desde niña me marcó mucho la Madre Teresa de Calcuta, y así como ella se ocupaba de los pobres más pobres, descubrí también que existe una pobreza espiritual muy grande y de mi parte sentía que estaba llamada a atenderla. A veces solo acudimos a Dios para pedir favores, pero no cultivamos la fe y el sentido más profundo de la relación con Él.
Un verano me fui a la playa con mi familia. Recuerdo que mientras pintaba un cuadro de María Magdalena a los pies de Jesús fui entendiendo que todo el proceso de discernimiento me había significado mucho; estaba sintiendo un llamado y aunque sentía resistencias dije: “¿y por qué no aventarme?” Luego tuve que enfrentar a mi familia, que también tuvo sus propias resistencias a este camino que elegí.
En Dalmanutá somos hombres y mujeres consagrados a Dios dedicados a la oración y al servicio de la dirección espiritual. Esta Institución, que pertenece a la Iglesia Católica, se fundó en 1980 en Montevideo por el sacerdote jesuita, Luis Montes y también por Ernesto Popelka. Hoy en día nos encontramos también en San José, Trinidad y en el exterior en Argentina, Brasil y México. Hoy por hoy trabajo como arquitecta en un estudio de arquitectura, no solo como forma de sustentarme y ganar el pan de cada día, sino también como parte de mi formación, integrando todas las realidades humanas. También trabajo en un liceo de Sayago acompañando con otra consagrada a un grupo de voluntariado de jóvenes. Todo esto lo realizo desde el acompañamiento espiritual que aprendí y ejerzo en Dalmanutá.
Y si bien trabajo levantando edificios, sigo creyendo cada vez con más fuerza que la verdadera necesidad de las personas es levantar esa casa desde dentro, para el encuentro con Dios y de la cual solo Él tiene los planos. Mi día a día es muy variado, pero siempre se compone desde la oración en la madrugada, hasta el cierre de la jornada, donde doy gracias y renuevo esta elección de a Quién voy entregando mi vida día a día”.