vida sana
¿Por qué comemos cuando estamos tristes?
14 Aug 2020
Seguramente hayamos visto en más de una película o serie la típica escena de una chica comiéndose un pote de helado en la cama después de haberse peleado con su novio. Y probablemente alguna de nosotras también lo haya hecho alguna vez. Porque estábamos bajoneadas, porque estábamos solas o por aburrimiento… siempre hay una excusa y peor todavía cuando estamos atravesando un momento angustiante.
¿Qué nos pasa? Cuando nos sentimos nerviosas o tristes, nuestro cerebro nos pide que le aportemos cosas positivas. Comer genera mucho placer, sobre todo a las cosas dulces o la comida chatarra. Las grasas, las calorías, la sal y el azúcar hacen que nuestro cerebro se excite y pida más. Y ahí empieza esa sensación de no poder parar de comer y terminamos bajándonos todo el helado mientras lloramos.
Llenarnos la boca de porquerías cuando estamos tristes nos ha pasado a todas pero, por suerte, hay una explicación.
La buena noticia es que también hay otras actividades que dejan contento a nuestro cerebro y no implican la comida en exceso (aunque permitirnos algo de azúcar nunca viene mal para levantar el ánimo).
¿Qué podemos hacer? Podríamos llamar a una amiga y proponerle ir a caminar, andar en bici o correr. Esto nos puede permitir renovarnos desde el punto de vista físico y psicológico, porque logramos despejarnos, oxigenamos nuestro cuerpo y nos distraemos. En fin, renovamos nuestra energía.
Compartir nuestras emociones con alguien de confianza y alguien que nos haga sentir cómodas también nos puede ayudar para alivianar la angustia que sentimos. Esa persona puede ayudarnos a ver lo positivo de la situación que nosotras no logramos ver por estar enfocadas en lo negativo.
Además, el intentar mantener nuestras expectativas realistas y terrenales puede sernos de ayuda. Cuando nos sobre exigimos y esperamos demasiado de nosotras mismas o de los demás, podemos terminar frustrándonos y generándonos dolor.
Ahora que sabemos un poquito más de cómo el azúcar le proporciona felicidad y placer a nuestro cerebro, nos puede resultar más fácil hacernos fuertes frente a ello. Cuando estemos tristes no está mal que nos comamos un chocolate, pero también estaría bueno que busquemos apoyo en nuestras amigas y nuestra familia, porque exteriorizar lo que nos pasa puede ayudarnos a sanar más rápido y más contenidas.