vida sana

Meditación: Entre Espiritualidad y Psicoterapia

26 Oct 2021

Ferpectas

Por Carolina Goldsman

 

El mundo está cambiando rápidamente. Si nos detenemos a observar, podemos ver que crece la tendencia a naturalizar los hábitos cotidianos. Ejemplo de ello: la huerta en casa, la comida orgánica, la bicicleta en las ciudades. Parte de este cambio también lo podemos observar a través de las diferentes formas en que hoy se practica la Psicoterapia.

 

Hasta hace algunos años el Psicoanálisis lideraba la actividad psicoterapéutica en Occidente. En este sentido, la Psicología se centraba mayormente en el método desarrollado por Sigmund Freud, concediendo una importancia decisiva a la indagación en el inconsciente a través del diálogo y el análisis mental de la psicología del ser humano. Hoy, en cambio, se observa un marcado crecimiento de profesionales de la Psicología que integran actividades espirituales como herramientas para sanar la Psique, incluyendo al Alma y Espíritu del consultante en el proceso. Entre esas herramientas, la Meditación es la más poderosa según mi mirada.

 

La Meditación es una actividad practicada desde tiempos antiguos, de diferentes maneras y en diversas culturas. Si bien suele asociársela a una actividad de índole espiritual o religioso, la Meditación también es una forma de autoconocimiento y desarrollo del Ser. Tanto el budismo, el hinduismo, el cristianismo, el sufismo, el judaísmo, el taoísmo y el chamanismo han practicado la Meditación desde diferentes enfoques y técnicas, y actualmente estas enseñanzas se integran a la práctica de la psicoterapia.

 

En el encuentro entre Meditación y Psicoterapia, el doctor Claudio Naranjo, Psiquiatra chileno y maestro de Meditación en Berkeley (California, USA) ha sido un gran precursor. Desde su enfoque integrativo, nos enseña que las dimensiones psicológica y espiritual del crecimiento interior son dos facetas de un mismo viaje al autoconocimiento.

 

A través de la Meditación creamos un espacio interno que nos permite entrar en contacto con nosotras mismas. De esta manera, podemos entender la naturaleza de nuestra mente experimentando una dimensión del Ser que va más allá del pensar, el sentir y el querer: nuestro centro.

 

Por eso es importante aprender a Meditar, y practicarlo cotidianamente para conocernos más y mejor. Porque meditando alineamos nuestra energía y nos encontramos con quiénes estamos siendo aquí y ahora; se abren oportunidades para darnos cuenta de lo que sucede en nuestro presente y tomar conciencia de nuestro camino. Al meditar entramos en contacto con nuestro centro, la fuente de nuestra energía, nuestro Ser, y en ese espacio encontramos respuestas.

 

Al meditar integramos el Yo y el Espíritu que somos, y así podemos experimentar vívidamente nuestra voz interior, la sabiduría interna, nuestra divinidad. Por eso, aprender a meditar es un ejercicio para aprender a vivir mejor. Nos permite crear una higiene mental (lo mismo que es el baño para el cuerpo), para así entrar en una dimensión más elevada de nuestro Ser. Aprender a meditar es importante para limpiar nuestra energía mental y nutrir nuestra Psique, además de armonizar nuestra energía para poder experimentar la plenitud.

 

 

La meta es la unión de la Conciencia con el Centro, el Sí-Mismo, que no es otra cosa que nuestra fuente de Amor, Luz, Vida, Origen, Espíritu. La meta es aprender a conectarnos con esa fuente, y que cada vez sea más directa y profunda esa conexión.

 

En cuanto a la práctica en sí, existen muchísimos tipos y estilos diferentes de meditación, sea de forma estática o bien de forma dinámica, es decir, meditación en quietud o meditación en movimiento. Lo central es lograr el aquietamiento de la mente para percibir el espacio que se abre cuando no pensamos. Cuando aquietamos la mente y creamos ese espacio, despertamos la conciencia de ese vacío, esa nada de pensamientos que enciende la luz del corazón, del espíritu, de la voz interior, y nos acerca a nuestra Verdad.

 

Podemos realizar meditación de tipo budista, vipassana, budismo zen, budismo tibetano, o bien meditación de estilo taoísta, o tantas otras. Se trata de probar y experimentar, empezar de a poco y encontrar la belleza de esta práctica.

 

Un Ejercicio 

Te propongo un ejercicio simple de meditación para que puedas vivenciar esta experiencia.  Al igual que el ayuno físico purifica las esencias del cuerpo, el ayuno mental, o meditación, purifica la mente y restablece los poderes originales del espíritu, eliminando todos los pensamientos que distraen y todas las emociones que perturban.

 

 Como la mente y el cuerpo se encuentran en un mismo Todo, una de las maneras de conseguir una mente serena es a través del cuerpo.

 

• Busca un lugar tranquilo, alejado de las distracciones y de posibles interrupciones.
• Acuéstate en el suelo boca arriba, con los brazos reposando a los lados del cuerpo.
• Eleva las rodillas de manera tal que las plantas de los pies queden apoyadas en el suelo.
• Permanece en esa posición durante unos segundos.
• Dejar que la atención se pose en el propio cuerpo. ¿Hay algún músculo tenso? Percibe de qué manera el cuerpo entra en contacto con el suelo, la tierra. ¿Está ejerciendo presión o los músculos se sueltan y reposan en la superficie? ¿Sientes el apoyo, el sostén de la tierra debajo de tu cuerpo?
• En este primer momento solo se trata de percibir las sensaciones, sin intentar modificar nada.
• Transcurridos un par de minutos, los músculos liberarán el exceso de tensión. Es importante dejar que el cuerpo responda por sí mismo y no hacer nada, excepto mostrarse abierto a la posibilidad de estar más relajado. Simplemente concéntrate en soltar. Y respirar profundamente.
• Presta atención a los movimientos naturales de los músculos.

 

 

A medida que vayas practicando esta meditación aumenta el tiempo destinado a ella. Y enfoca cada vez más en la respiración, haciéndola lenta, suave y profunda.