A partir del viernes 6 de diciembre, Marte entra en su fase retrógrada, lo que, desde la perspectiva de la Tierra, nos hará ver al planeta rojo como si se moviera hacia atrás. Este fenómeno se extenderá hasta el 24 de febrero de 2025, invitándonos a reflexionar profundamente sobre nuestra energía, acción y confianza.

 

Desde el lenguaje simbólico, Marte representa la acción, expresión, la confianza en nuestra identidad, el impulso por avanzar, la valentía, el coraje, la defensa, las detonaciones, la rabia y las guerras. Durante este periodo, estos conceptos estarán con énfasis en nuestros procesos psíquicos.

 

A su vez, tenemos que considerar que su marcha hacia atrás se desplegará entre los signos Leo y Cáncer, de elemento fuego y agua respectivamente. Este astro en su manifestación por Leo, lo motiva conectar con la chispa creativa del espíritu para avanzar acorde a lo que dicta el corazón, mientras que su expresión en Cáncer nos invita a reconfigurar viejas percepciones sobre nuestra identidad, enfocándonos en superar patrones del pasado que nos limitan.

 

Ahora bien, interpretando el diálogo de este periodo con los demás planetas, el tiempo que transcurre entre el 6 de diciembre al 24 de febrero, nos habla de un momento propicio para observar cómo estamos situándonos en relación a las otras personas y nuestro trabajo.

 

 

¿Qué memorias del pasado están influyendo en nuestra expresión? ¿Qué miedos no nos permiten mostrarnos y actuar tal cuál somos? ¿Cuáles rencores del pasado siguen palpitando en nuestro interior? ¿cómo nos hablamos y cuáles son las creencias que tenemos en torno a nuestra individualidad?

 

Cada persona está constituida por múltiples facetas, la lupa donde apunta el cielo nos convoca a una introspección en torno a la confianza en nuestro ser, esto implica ir a mirar profundamente desde dónde nos estamos posicionando para expresarnos y cuáles creencias alimentamos sobre nuestra individualidad para cuestionar si nos están ayudando o limitando.

 

En resumen, este es un tiempo que nos convoca a escudriñar en nuestra confianza, a reconocer qué aspectos de la memoria infantil siguen inhibiendo nuestra expresión auténtica, qué creencias y percepciones sobre nosotros/as están obstaculizando el encuentro con nuestra fortaleza, creatividad y valor.

 

El valor y el coraje de ser uno mismo con mayor seguridad en la sabiduría del corazón es a lo que nos emplaza este periodo.