cultura

7 razones para seguir jugando al Pokemon Go, por Catatonias

18 Aug 2016

Pokemon Go

Aunque trabaje en todo lo que sea nuevas tecnologías de internet y la marencoche, confieso que cuanto más grande me pongo, más me cuesta probar cositas nuevas. Por ejemplo, tengo el Snapchat en el celular pero suelo olvidarme que siquiera está ahí, excepto cuando un amigo de mi hermana manda videítos masivos – e incluso ahí ni pelota le doy.

O, también, tengo un odio muy loco y particular reservado hacia los audios de whatsapp, los cuales ni siquiera suelo escuchar o escucho horas más tarde. Me parecen una forma de guerrilla comunicacional moderna: una forma de obligarme a clavar el visto sin darme siquiera una pista del contenido de lo que me vas a decir. Además, se parece mucho a hablar por teléfono y, ¿qué es esto? ¿1996?

Por ende, yo soy la primera sorprendida con esto de estar “jugando” al Pokemon Go. Sí soy muy de leer noticias de otros países y, antes de que la aplicación siquiera llegara a Uruguay, ya sabía que el juego alentaba cierto tipo de locura entre sus usuarios. Y eso me divertía. Lo que sí no tenía idea era qué era Pokemon (más allá de Pikachú y el pokemoncito de Vamo a Calmarno) porque, no sé cómo, de chica el fenómeno Pokemon se ve que me pasó por el costado mientras estaba haciendo mis cosas súper rebeldes de niña preadolescente, como estudiar, leer y jugar al solitario.

Aun así, en cuanto me enteré que Pokemon Go estaba disponible en Uruguay, me lo bajé y me puse a “jugar”. Notarán que cada vez que hablo de “jugar” al Pokemon Go, lo hago entre comillas. Esto es porque estoy 100% segura de que no estoy jugando de manera correcta. No me sé los nombres de los Pokemones. Me tuvieron que explicar por Twitter cómo evolucionarlos. Todavía no tengo idea para qué sirven los polvitos estelares. No paré en ningún gimnasio para poner a mis Pokemones a pelear y, francamente, tampoco tengo intención de hacerlo. Pobrecitos, ¿se imaginan?

Pero, y siguiendo el mismo razonamiento que me hizo comprarme una lámpara en un local de muebles para niños y que me lleva a llenar mi casa con todo lo que tenga forma de chancho, no hay razón por la cual no pueda igual disfrutar de una cosa solo porque está reservado para cierto rango etario de la sociedad, ¿no cierto? Así que aquí van 7 razones por las cuales está demás jugar al Pokemon Go, según mi experiencia personal. Siéntanse libres de robarlas y usarlas la próxima vez que sus familiares, amigos y novios osen juzgarlas al verlas tirar Pokebolas hacia un contenedor con cara de concentración y un leve pánico a que el bichito raro se escape.

1. Un 63% de las personas que juegan al Pokemon Go son mujeres. Y, a nivel mundial, un 25% de los jugadores tienen entre 30 y 50 años. Así que no permitan que alguien las juzgue silenciosamente porque los raritos son ellos. Por lo general, al menos.

2. Podés cambiarle los nombres a los Pokemones! Esto, creo, es la mejor funcionalidad. Así, en vez de Charmanders, Pikachuses y Bulbasaurs podés tener Albertos, Lautaros, Consuelas y Franciscas. Mi favorita es Francisca, que es como un unicornio celeste reptiliano pero sin el cuerno. Mi menos favorito es Raúl, una ratita que está por todos lados – la figurita repetida del Pokemon Go por excelencia.

3. Y hablando de figuritas, creo que ahí está el quid se la cuestión: ir atrapando Pokemones cada vez que vas al súper o te subís a un bondi es igualito (y hasta más divertido) que coleccionar figuritas y rellenar un álbum. Y ese fenómeno de la niñez sí que no me lo perdí: hace poco tuve que restaurar mi escritorio de la infancia porque tenía figuritas del álbum del Mundial de 1994 en EEUU pegadas por todos lados. Eran los Raúles de su época que, al pulular, los usaba para hacer un poco de bricolaje casero.

4. Es mucho más divertido matar una espera en algún ente público cazando Pokemones que ir salteándote fotos de bebés, casamientos, #RenunciáBonomis y perritos perdidos en tu Facebook. El otro día tuve que renovar la cédula al mismo tiempo en que pila de Pokemones estaban haciendo los trámites de migraciones, se ve, porque atrapé un montón ahí adentro.

5. Quizás no pueda hacer mucho con los Raúles que atrapo en un celular, pero sí puedo elegir ir a la facultad caminando en vez de agarrar el auto, o estacionar un par de cuadras antes para ver cómo están picando los Pokemones en la zona. Todavía no llegué tarde a ningún lado por atrapar Pokemones y, con estos fríos, cualquier cosa que me motive a moverme es más que bienvenido.

6. El otro día pude mantener una conversación de más de 20 minutos con una persona de 8 años y no me aburrí. Pruébenlo con sus sobrinos.

7. Y, por último, quédense tranquilas que no por jugar al Pokemon Go van a bajar a los últimos escalafones del micro mundillo dentro de un ómnibus o del ecosistema de vecinos del barrio. El otro día corroboré que hay gente que sigue hablando por teléfono con el manos-libres de manera totalmente impune en la calle, por lo que todavía nos podemos sentir superiores a alguien. Por ahora.